domingo, 3 de agosto de 2008

Amanecer en el Sahara

Hoy me he desperado mas en el Sahara que en Madrid, después del Cielo protector, África me resulta misteriosa y apasionante. A lo largo de la noche mi cabeza se ha ido volando hasta allí,y ahora mismo no quiero que vuelva. No me apetecen las ciudades, el ruido de los coches y el falso bienestar general. Desde ayer quiero ver la verdad, la del mundo, la del hambre, la de la pobreza, la del amor.

Moscas horribles en un autobús cargado de gente. Odio las moscas, me dan miedo cuando te persiguen muchas, como si quisieran devorarte poco a poco. Me acordé de ti y de tus lentos autobuses. Nunca viajaré contigo. Y hoy me doy cuenta de que con quién mejor que contigo. África, Asia y todas sus montañas.

El agosto en Madrid me ha vuelto melancólica. Me siento sola y a contracorriente. Aun así me doy cuenta de que me es difícil perder el rumbo a estas alturas. Horas de estudio y documentales de la 2. En eso se basa mi verano. He subido una montaña de Rusia cuyo nombre me es imposible recordar, he atravesado el Anapurna, he llegado al Tibet, he echado de menos no estar en la India y …. Supongo que no me he movido de este triste y caluroso Madrid, pero nunca mis sueños se habían ido tan lejos.

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