domingo, 25 de noviembre de 2007

Yo de mayor quiero ser como Carter

Y descubrir la Tumba de Tutankamón, por qué no. Uno se conforma con muy poco, por pereza, por cobardía, por falta de pasión, qué se yo. Y renuncias a sentir algo parecido a lo que sintió Carter aquel 4 de noviembre de 1922. Me lo imaginé bajando por la tumba con una de esas antorchas que salen en las películas, él solo y todo a oscuras y entonces me vi yo, rodeada de turistas y pensé: ¡ qué pena ser tan estúpida!


Egipto
ya queda lejos. Me quedo con el Valle de los Reyes en aquellas montañas en medio de la nada. Me quedo con una tarde de lectura en la cubierta de un barco navegando por el Nilo. Me quedo con la luna con forma de sonrisa. Me quedo con la cara de un niño, de ese niño. Me quedo con las habitaciones escondidas de Abu- Simbel. Me quedo con la tarta de chocolate, con el señor mexicano y con su forma tranquila de decir las cosas.
Me voy a dormir. Buenas noches*

2 comentarios:

Kurtz dijo...

Lo bueno que tiene Egipto es que aún guarda esa magia que vivió Carter. Aún quedan cosas por descubrir y muchos datos por rescatar. Es cierto que el turismo indiscriminado todo lo desvirtúa pero no deja de ser impresionante situarse frente a una pirámide y pensar que semejante monumento se construyó como tumba de un sólo hombre hace tantos miles de años.
Yo tuve la suerte de contar con un guía sólo para mi y de poder programar todas las visitas con media hora de antelación sobre la "masa". Eso me permitió poder visitar las tumbas en soledad, como lo hizo Carter. Además pernocte en Abú simbel y eso me dió la oportunidad de poder recorrer el templo sin nadie más en su interior. Una maravilla, oiga.

Anónimo dijo...

La historia de Carter y Lord Carnarvon es una de las más apasionantes que jamás he leido. Son esas las historias que de verdad me fascinan. Como la de Champolion, como la de los dos hombres que midieron el meridiano en plena revolución francesa...
Me has tocado.
:)