Pozuelo- Príncipe Pío: billete de ida y vuelta
La siesta con Lucky Luke
Hay un billete de tren en mi libro de lectura. Mi tío. Cuando era pequeña, mi tío, aún soltero venía a comer todos los sábados para vernos. Recuerdo mejillones de aperitivo y un regalo. Un comic de Tintín o unos de esos muñecos pequeños de goma para mi colección. Todos los personajes de Barrio Sésamo, hasta Drácula con sus murciélagos incluido.
Siempre, como si de una tradición se tratase, mi tío escondía aquel muñeco por cualquier rincón de la casa y yo a veces pasaba el sábado entero para encontrarlo, como un pirata con su tesoro.
Le recuerdo llegando a la estación con un libro en la mano recién forrado con el antiguo papel de La Casa del Libro; un papel marrón cartón con las letras en oscuro y de separador su billete de tren de Ida y Vuelta.
Siempre, como si de una tradición se tratase, mi tío escondía aquel muñeco por cualquier rincón de la casa y yo a veces pasaba el sábado entero para encontrarlo, como un pirata con su tesoro.
Le recuerdo llegando a la estación con un libro en la mano recién forrado con el antiguo papel de La Casa del Libro; un papel marrón cartón con las letras en oscuro y de separador su billete de tren de Ida y Vuelta.
"¿En cuantas ocasiones te vendrá a la memoria aquella tarde de tu infancia?, una tarde que ha marcado el resto de tu existencia, una tarde tan importante que ni siquiera puedes concebir tu vida sin ella."
1 comentario:
Forman lo que es nuestro en el sentido más estricto y nada puede sustituirlos. Casi no éramos nosotros y ya habían empezado a sostenernos.
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