Penita vestida de rojo
Todo esto suena entre violento y desagradable y poco tiene que ver con lo que yo vivo una vez al mes. La menstruación para mi es una visita inesperada y constante en mi vida. Esto podría resultar contradictorio, pero no lo es en absoluto. A pesar de que viene puntualmente todos los meses a verme desde hace (déjame que calcule), sí, desde hace 15 años, nunca hago planes para recibirla, me comporto como la peor de las anfitrionas. Es como si llega la Navidad y se te olvida preparar la cena de Noche Buena, y te encuentras a los invitados llamando al timbre y es que tú ni siquiera estás en casa. Y entonces yo me digo, pero es que no avisa. ¿Que no avisa?
Y es en este punto cuando se me ocurre escribir este post.
Llevo una semana incubando una especie de gripe y en una espiral de tristeza inconcebible. Cada día más gris y yo más fea, y entonces es cuando te da por pensar que morirás triste y sola y que nadie te querrá y te acuerdas de la tía Pepi que te dijo recientemente que ahora que es vieja se da cuenta que nunca debió de ser tan independiente y ese consejo: "tú cásate hija mía, que de mayor la soledad es muy dura". Y entonces miras a tu madre que te mira con ojos de reproche como diciendo a qué esperas. Y yo y los míos que pensábamos que todavía había tiempo, pero justo esta semana es como si el tiempo se me hubiese escapado, y los gatos que se van agolpando en mi cabeza, la hamaca y esa lana roja por tejer. Y entonces pienso que será de mi sin hamaca, sin gatos porque mi alergia no me lo permitirá y yo que siempre he odiado coser.... Y es entonces, en medio de mi crisis de angustia y pena cuando voy al baño, y me bajo las braguitas y cha, chan, mi menstruación ha venido a visitarme. Qué alegría que alboroto, y llamo a mi amiga Silvia y la pregunto:
4 comentarios:
Me salto el asunto principal por cierta incomodidad que me noto siempre. El mundo ha cambiado mucho. La soltería es una conquista del siglo XX y las casadas resignadas los seres que merecen más compasión. Los objetos de afecto posibles son numerosísimos. El destino de la mujer es elegir el camino de mayor crecimiento, por muy peculiar que pueda acabar siendo; y no el matrimonio.
No tengo la regla pero comparto tu tristeza como si la tuviera.
Menos mal que está tu amiga Silvia para explicarte estas cosas...je.
_hay veces que ya somos tan previsibles... el sindrome premenstrual, nos delata...
_un saludo
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